EL CONFLICTO
3. ESTILOS de afrontamiento del conflicto
Las personas tendemos a responder a las situaciones de conflicto con un estilo predominante de aproximación al conflicto. Cada estilo se manifiesta en un conjunto de comportamientos. Aunque un estilo suele ser el dominante a lo largo del tiempo, las personas somos capaces de variar el estilo de nuestro comportamiento a medida que un conflicto se desarrolla, empleando comportamientos situacionales.
ESTILOS DE AFRONTAMIENTO:
Competición-Confrontación
La conducta competitiva busca satisfacer los propios intereses a expensas de los intereses del otro si es necesario. Refleja el enfoque clásico del conflicto de ganar- perder. Con esta estrategia el resultado de la negociación es más importante que la relación. Una persona que confronta el conflicto tiende a verlo como un asunto de “pérdida-ganancia”. Creyendo que una persona está en lo cierto y la otra está equivocada, los sujetos enfrentados están determinados a ganar probando que tienen razón.
Evitación
La conducta evitativa se expresa habitualmente por la apatía, la retirada o la indiferencia. Esto no supone que hay una ausencia de conflicto, sino que ha sido comprendido como algo que no merece la pena manejar. Así, el conflicto latente permanece y podría ser visto de forma diferente en otra ocasión. La evitación es por definición la no negociación. En esta estrategia la preocupación por la relación, así como por los resultados es muy baja. No existirá una interdependencia entre las partes para conseguir sus objetivos, por lo menos el que evita no necesita de la otra parte, simplemente niega el problema. Esto se puede dar porque los costes son demasiado altos y por ello es mejor abandonar el asunto completamente. Otra forma de evitación es la negación del problema, esta es una forma muy común que se utiliza para evitar el problema.
Acomodación
La acomodación es una estrategia en la que se da gran importancia a la relación y muy poca al resultado muy baja. Queremos que el otro gane, mantenerle feliz, o bien, no deseamos hacer peligrar nuestra relación por el hecho de intentar alcanzar algún beneficio. Utilizamos esta estrategia cuando el objetivo principal del intercambio es construir o fortalecer una relación, incluso estamos dispuestos a sacrificar el resultado. Podemos decir que esta es otra manera muy común de evitar el conflicto ya que estar de acuerdo es más fácil que no estarlo.
Compromiso
El estilo del compromiso supone que una parte no deja de preocuparse por sus intereses pero atempera cuando considera los intereses de la otra parte. Normalmente el problema se concibe como el esfuerzo de llegar al punto medio entre las dos posturas, equivale a decidir cómo “repartir”. Es decir, la solución precisa que cada uno ceda una parte hasta llegar a un punto medio.
Colaboración
En esta estrategia son importantes tanto el resultado como la relación. Las partes intentan conseguir el mejor resultado posible, manteniendo o fortaleciendo simultáneamente, su relación. Consideran el conflicto como un hecho intrínseco a las relaciones humanas, no como una señal de que algo malo ha sucedido. El sujeto que soluciona el problema tiende a preocuparse menos de “quien tiene razón” y “quien está equivocado”, y se ocupa por encontrar una solución que sea satisfactoria para ambas partes
El conflicto es un proceso que puede llegar a ser muy complejo ya que incluye un gran número de aspectos a tener en cuenta. Es además cambiante y dinámico, evoluciona a lo largo de una serie de fases. Por ello, cuando una persona se ve inmersa en un conflicto suele sentirse confundida e impotente por la dificultad de comprenderlo bien y por no ver con claridad la situación.
- “estoy confundido, no sé qué hacer”,
- “este problema parece que no tiene salida”,
- “hay demasiados factores en juego, ¿por dónde empiezo?”
¿Te has visto ante un conflicto sin saber qué hacer?
Llevar a cabo el análisis de un conflicto es el primer paso necesario para su comprensión y posterior resolución. Para resolver un conflicto lo primero que necesitamos es comprenderlo, tener una visión clara de todos sus elementos. Analizar una situación con todos sus componentes es la fase previa a cualquier tipo de intervención.
El análisis del conflicto es trazar un mapa de la situación, una guía que luego nos va a ayudar a orientar nuestra intervención y a avanzar.
El análisis es, en primer lugar, una herramienta para la comprensión, nos permite recopilar información e interpretarla y nos ayuda a ordenar y sistematizar la información para tener un enfoque más amplio de la situación.
En segundo lugar, hacer el análisis de un conflicto nos ayuda a seleccionar el proceso o estrategia a seguir en función de los elementos del conflicto y los recursos disponibles.
ANÁLISIS DE UN CONFLICTO:
Las Vecinas
María y Laura son vecinas desde hace muchos años. María vive en el sobreático 2ª y Laura en el ático 2ª, justo debajo. Siempre han mantenido una relación cordial. Durante estos últimos meses, sin embargo, Laura y su familia están bastante enojados con sus vecinos de arriba, debido a que, sobre todo durante los fines de semana, hacen mucho ruido y ni Laura ni su marido pueden dormir.
Laura y María se encuentran a menudo en el ascensor, por la calle o en el mercado y, como siempre, se saludan cordialmente. Últimamente, no obstante, María se ha percatado de que ya no se detienen para charlar como habían hecho siempre, ya que Laura parece que siempre tiene prisa. Laura, por su parte, ya sentía desde hace algún tiempo algo similar respecto de María, a quien nota distante y esquiva.
El otro día, cuando Laura y su familia volvían de pasar el fin de semana fuera, se encontraron el suelo de la cocina y del comedor completamente encharcados y con la pintura de las paredes hecha un desastre. El agua provenía — ¡cómo no! — de casa de María. Laura, inusualmente fuera de sí, presa de un ataque de nervios, telefoneó a María, gritándole furiosamente: « ¡Esto es el colmo, la gota que colmó el vaso! ¡Tengo el piso hecho un desastre! ¡Eres una desconsiderada! ¡Ya estoy harta de vosotros!
¡Qué falta de consideración!" ». A continuación, le colgó el teléfono a María, ante el estupor de ésta.
Al día siguiente, María y Laura se encuentran en el ascensor y la conversación se hace inevitable...
María
María, estás desconcertada. No entiendes qué le sucede a Laura y te has enfadado con ella por cómo te ha tratado por teléfono. Siempre habíais tenido una relación cordial, pero últimamente no hablabais tanto como antes, sobre todo desde que empezaste a trabajar, ya que andas muy estresada. Esta reacción de Laura te ha pillado por sorpresa. Tú acababas de volver a casa tras pasar el fin de semana en tu segunda residencia con tu familia, como cada fin de semana, y dejando al cargo del piso a tu sobrina, quien está viviendo en tu casa mientras asiste a la universidad. Estabas agotada por las horas de caravana que has tenido que soportar para volver a casa y sólo faltaba que tu vecina Laura te tratara de ese modo.
Laura
Laura, estás muy enojada con Maria. No es tu estilo colgar el teléfono a la gente, pero la indiferencia y el “pasotismo” de Maria te han llevado a ello. Estás harta de soportar tanto ruido continuamente. Sólo faltaba que, encima, te arruinaran el piso. Lo que más te duele es su indiferencia y sus aires de superioridad. Desde que empezó ese nuevo trabajo, apenas te dirige la palabra. Ya no se acuerda de cuando ella también era ama de casa. No tiene sensibilidad, pues podría haber puesto remedio desde hace tiempo al problema de los ruidos. Maria te ha decepcionado.
UN ACERCAMIENTO DIFERENTE. CONSTRUYENDO LA CULTURA DE LA PAZ
A menudo, cuando se produce un conflicto, las personas en desacuerdo intentan, cada una, ganar. Cuando esto ocurre, ambos sujetos se centran en ganar y resulta difícil encontrar la manera de hacer los cambios necesarios para resolver el conflicto. Cuando las personas se enfrentan al conflicto desde una postura de “ganar/perder”, probablemente sentirán angustia y el problema en lugar de mejorar empeorará. Mientras que el objetivo para manejar el desacuerdo sea el ganar, ambos sujetos permanecerán estancados en el conflicto.
Si el término “conflicto” fuera despojado de todos sus valores, lo que quedaría sería un proceso que indica la necesidad de un cambio. Este proceso no es ni positivo ni negativo, ni bueno ni malo; simplemente es. El conflicto puede ser expresado claramente y directamente en términos del problema que está creando. También es posible que el conflicto sea resuelto de manera que todas las partes implicadas resulten vencedoras. Es más, si el conflicto es expresado pacíficamente y todas las partes trabajan para resolver el problema para su mutuo beneficio, entonces se produce otro resultado muy positivo: el aprendizaje. Cuando las personas intentan seriamente resolver el conflicto, aprenden cosas nuevas acerca de ellas mismas y de los otros, se consiga o no una solución inmediata.
La idea del conflicto como una fuerza positiva o proceso no es común en nuestra sociedad. Muchas personas se enfrentan al conflicto con una postura de “ganar-perder” o hundirse o nadar, luchan por vencer, muchas veces como si su vida dependiera de ello. A menudo, también vemos a personas en el lado opuesto. En lugar de reconocer la existencia del problema, mucha gente evita la situación y suprime la angustia. A estas personas se les ha enseñado desde su infancia que es inapropiado enfadarse y que engancharse en un conflicto es inaceptable.
Cuando la gente expresa sus sentimientos en modos constructivos y trabaja unida para conseguir lo que quiere, los conflictos pueden ser manejados en cuanto surgen y son todavía muy pequeños. Este afrontamiento reduce la ansiedad y prevé la escalada de la discusión manejando los problemas cuando pueden ser resueltos rápida y fácilmente.
Trabajando unidos para resolver las disputas podemos mejorar, hacer más fuertes las relaciones y hacer mejores los sentimientos acerca de nosotros mismos y de los otros.
EL COSTE DEL CONFLICTO; aspectos funcionales y disfuncionales del mismo.
Según el enfoque tradicional del estudio del conflicto, el conflicto solo tenía connotaciones negativas y se asociaba, inevitablemente, con violencia e irracionalidad. Esta noción implicas dos aspectos fundamentales: en primer lugar, el conflicto es una indicación de que algo está mal o de que hay un problema que necesita ser “solucionado” y, en segundo lugar, el conflicto produce consecuencias destructivas (Alzate, 1998).
Hoy en día el conflicto se ve como algo inevitable que tiene aspectos positivos y negativos (Deutsch , 1973). El conflicto tiene el potencial de ser productivo o funcional y de ser destructivo o disfuncional. Cuando hablamos de aspectos positivos o negativos del conflicto no lo hacemos desde el punto de vista de la sociedad en general, ni del bien absoluto, sino desde la perspectiva de una parte, individuo o grupo, que experimenta el resultado como algo positivo o negativo para ella (Fernández-Ríos, 1999).
Una de las revisiones de la literatura más conocida sobre los aspectos funcionales y disfuncionales del conflicto, fue la llevada a cabo por Deutsch (1973).
Entre las contribuciones positivas del conflicto a la organización o relación, él destaca las siguientes:
- El conflicto es un motor de cambio personal y social. Este cambio puede lograrse a través de la confrontación con alto costo, normalmente, para las partes implicadas, o puede lograrse a través de un proceso de resolución de problemas, lo cual resultaría recompensante para ambas partes.
- Estimula el interés y la curiosidad. Supone, frecuentemente, un reto a las propias capacidades.
- El conflicto demarca un grupo frente a otro y contribuye a la propia identidad personal y grupal.
- El proceso de resolución del conflicto a nivel social es análogo al proceso de pensamiento creador, ya que en ambos casos tienen lugar tres elemento psicológicos claves:
ð La puesta en funcionamiento de un apropiado nivel de activación para solucionar el problema.
ð El desarrollo de las condiciones que permiten la reformulación del problema, cuando se llega a un callejón sin salida.
ð El concurso activo de diversas ideas que se pueden combinar, flexiblemente, en modelos nuevos y variados.
- Puede facilitar la comunicación abierta y honesta entre los participantes, sobre temas relevantes para ambos.
- Fomenta el reconocimiento de la legitimidad del otro y de la honestidad de sus intereses y reivindicaciones tratando de hallar respuesta satisfactoria para ambas partes.
- Conduce a la confianza y actitud amistosa entre las partes, haciendo sobresalir las semejanzas sobre las diferencias, produciendo falsas percepciones de signo positivo.
Fernández-Ríos (1999), también llevó a cabo una revisión de la literatura en la que resalto como aspectos funcionales más destacados del conflicto los siguientes:
- El conflicto es motor del cambio tanto en su aspecto político y económico como social y tecnológico.
- El conflicto sirve para obtener fines concretos además de permitir la liberación de tensión que se genera como consecuencia de la interacción.
- El conflicto cumple funciones catárticas dentro del grupo al eliminar la acumulación de disposiciones hostiles y permitir su expresión conductual.
- El conflicto promueve, establece y conserva las líneas de diferenciación de unos grupos con otros.
- En determinadas circunstancias el conflicto promueve la cohesión e integración del grupo.
- El conflicto desempeña funciones estabilizadoras y se convierte en un elemento integrador.
- El conflicto contribuye a definir la estructura interna del grupo en casos de enfrentamiento con el exterior.
- El conflicto puede actuar como elemento unificador entre grupos contendientes.
- El conflicto establece y mantiene el equilibrio de poder.
- El conflicto induce la creación de asociaciones y la formación de coaliciones.
La existencia de efectos funcionales del conflicto no puede hacernos olvidar que éstos coexisten con otras tantas consecuencias disfuncionales que el conflicto, inadecuadamente manejado, acarrea inevitablemente. A nadie le pasa desapercibido las tensiones y el estrés al que se ven expuestas las partes implicadas en procesos de conflicto, siendo a menudo considerable este coste personal, las frecuentes distribuciones inadecuadas de los recursos que resultan como consecuencia directa del conflicto, el gasto de energía desplazado de los objetivos de la organización hacia aspectos no organizacionales, así como la distorsión de los mismos, el bloqueo de los flujos de comunicación o la reducción de la colaboración y de la cohesión dentro de la organización, son entre otras las consecuencias disfuncionales que destacan diversos autores (Deutsch, 1973; Rahim, 1983).
Deutsch, en su revisión (1973) realiza también una síntesis de las consecuencias disfuncionales del conflicto apuntando entre ellas las siguientes:
- La comunicación se reduce y se hace más insegura. Los canales de comunicación no se usan o se utilizan, exclusivamente, para intimidar al otro.
- Se estimula la idea de que la solución es cuestión de fuerza, por ello ambas partes intentan aumentar a su favor la diferencia de poder.
- Se forma una actitud hostil y sospechosa que incrementa la sensibilidad de las diferencias y disminuye la conciencia de las similitudes. Las normas de la relación interpersonal se vuelven inaplicables y cada cual se comporta con el otro de modo que él mismo calificaría de ultrajante.
- Como consecuencia de lo anterior se producen juicios erróneos basados en falsas percepciones, tanto respecto del oponente como de uno mismo.
En su obra Deutsch clarifica que la aparente contradicción existente entre las consecuencias positivas y las negativas del conflicto se debe, sobre todo, al modo de gestión que sufre el conflicto y a la solución final que se da al mismo.
Fernández-Ríos (1999) resalta en su revisión los siguientes aspectos disfuncionales como los más predominantes:
- El conflicto conlleva un alto potencial desintegrador.
- El conflicto produce costes personales, grupales y sociales.
- El conflicto casi siempre implica la creación de equilibrios inestables y la coexistencia de valores incompatibles.
- La experiencia del conflicto es vivida como algo negativo.
Teniendo en cuenta que el conflicto es un fenómeno inevitable y constante en cualquier organización y que sus aspectos funcionales conviven con los disfuncionales el objetivo ha de ser el de una gestión efectiva del mismo. Según Rahim (1983), es necesario mantener una moderada cantidad de conflicto, ya que, aparentemente la relación existente entre la cantidad de conflicto y su efectividad tienen, aproximadamente, una relación en forma de U invertida, por lo cual uno de los principales objetivos será mantener un moderado nivel de conflicto, si es que tratamos de obtener un óptimo nivel de efectividad organizacional.
La finalidad de una organización o grupo humano no ha de ser erradicar el conflicto a cualquier precio, sino la de favorecer el que se desarrolle procurando maximizar los aspectos positivos y minimizar los negativos o disfuncionales. Esto requiere un conocimiento detallado de las condiciones, características y determinantes del conflicto, del proceso de los elementos estructurales que intervienen, de los principios que rigen este complejo fenómeno social y de los intentos dirigidos a su superación (Benedito, 1992).
Consideramos el coste del conflicto como algo directamente relacionado con sus aspectos disfuncionales y, sin embargo, centrado en criterios objetivos cuya valoración puede ser más certera. Como resultado negativo de un conflicto o costes directos, suelen enumerarse los siguientes:
- La imposibilidad de resolver el conflicto y su permanencia.
- El coste económico implicado ya sea en términos del lucro cesante o del gasto directo generado.
- La imposibilidad de controlar el resultado y la incertidumbre generada.
- El deterioro de la relación personal.
- El coste emocional de las partes implicadas en el conflicto y los consiguientes potenciales efectos negativos sobre su salud.
- El tiempo dedicado a la gestión improductiva del conflicto.
- La imposibilidad de mantener la privacidad y el posible deterioro de su imagen hacia el exterior.
Cuando consideramos los costes del conflicto en el seno de una organización, cabe establecer categorías más certeras. Así, en este caso, nos referimos a los costes del conflicto improductivo, no al valor positivo del conflicto. Por la contrariedad que pueda suponer esa asociación de conflicto como improductivo, es conveniente aclarar que la Teoría del conflicto parte de que el manejo adecuado del mismo tiene como consecuencia una mejora de la calidad en la organización, en la medida que supondría beneficios que pueden surgir de la gestión adecuada de los desacuerdos sobre políticas, procedimientos y prácticas en una organización.
Las consecuencias y costes del conflicto organizacional son muy variadas. El conflicto consume recursos que las organizaciones necesitan para cumplir sus objetivos, ser productivas y ofrecer servicios; por ejemplo, un estudio publicado en la Academy of Management Journal afirma que los gerentes dedican un 30% de su tiempo a tratar conflictos.
Podríamos clasificar en tres categorías los costes en los que una organización incurre cuando tiene conflictos improductivos: directos, indirectos y de oportunidad.
- Costes directos.
Son todos aquellos que tienen que ver con la utilización directa de recursos necesarios para el buen funcionamiento de la organización. Algunos de estos costes son:
ð Laborales.
Tiene que ver con la cantidad de tiempo que el conflicto ocupa, tanto en su inicio, en la fase de escalada como en la última etapa de resolución.
ð Costes generales.
Existen una serie de costes generales en los que se incurre durante la actividad productiva, costes que también se aplican en los conflictos y desacuerdos improductivos.
ð Legales.
Cuando los conflictos escalan, también lo hace la posibilidad de que se produzcan litigios, con todos los costes que esto implica (informes periciales, auditorias, representación legal, costas procesales o arbitrajes.).
ð Sanitarios.
Los conflictos pueden resultar en daños físicos o psicológicos que requieren tratamiento o compensación, bajas laborales, reconocimiento de invalidez temporal o, incluso, definitiva.
ð De seguridad.
Debido a la amenaza de los costes relacionados con los conflictos, las organizaciones pueden adoptar medidas adicionales de seguridad y protección.
- Costes indirectos.
Los conflictos innecesarios o mal manejados, también tienen una serie de costes que podríamos calificar como indirectos. Al margen de los costes directos más evidentes, puede haber otro tipo de perjuicios causados por el conflicto. La cantidad de errores producidos o defectos en el producto pueden aumentar y es probable una disminución de ingresos (ventas que no se realizan, mal seguimiento de las deudas, errores en la facturación, etc.…). Sin embargo, algunos de los costes indirectos más sutiles tienen que ver con respuestas inadecuadas a la situación de conflicto. Por ejemplo, consideremos una organización que distribuye los espacios de oficina para separar a dos personas empleadas con personalidades fuertemente antagónicas. Esta distribución puede presentarse como un intento de aumentar la eficacia, cuando realmente se trata de una respuesta inadecuada para afrontar comportamientos improductivos (aunque en ocasiones pueda resultar necesario para resolver el conflicto). Otra respuesta inadecuada ante el conflicto puede ser incrementar los recursos humanos para afrontar la situación; el trabajo se realizará, pero el coste será considerablemente mayor.
- Costes de oportunidad.
Estos son los costes más intangibles, aunque en ocasiones puedan resultar los más importantes. Una máxima de la filosofía popular dice que no siempre lo que nos sucede es lo más importante, sino lo que deja de sucedernos. Cuando nos encontramos en un conflicto, especialmente si es intenso, nuestras energías se desvían y dejan de enfocarse positivamente. Esto afecta a nuestro entorno, a la gente que nos rodea, infecta incluso a personas que no están directamente relacionadas con el conflicto. En estas ocasiones se puede estar produciendo más daño del que nos imaginamos. Provoca alejamiento, se evitan las personas y las situaciones de conflicto, en definitiva se reducen las relaciones. Por tanto, las ocasiones y oportunidades de negocio, sea este cual sea, pasan de largo. Lamentablemente no seremos conscientes de estas ocasiones perdidas. Por todo ello las organizaciones de calidad buscan sistemas que permitan reparar las situaciones de conflicto.