CONTEXTO DE LAS INTERVENCIONES DE MEDIACIÓN
La sociología es una ciencia que nace, como todas las ciencias sociales, en el s.XIX. Es hija de otras disciplinas como la política, la filosofía etc. pero entiende que las dinámicas de los hechos sociales no son las mismas que las de los seres humanos en su individualidad. Emile Durkheim es uno de los máximos exponentes de esta disciplina, y su libro "El suicidio" estudiado desde la sociología y no desde la psicología, fue rompedor y es un hito de esta ciencia.
A partir de aquí se considera que la mediación y la resolución de conflictos nace con el mismo nacimiento de la ONU en 1945, y desde entonces se ha aplicado en múltiples conflictos internacionales. Otro hito importante (y previo) es la Declaración de Derechos Humanos (1789), puesto que recoge tanto el derecho a la vida como la igualdad entre las personas.
En nuestra sociedad actual, posmoderna, líquida y global, los conflictos derivan a menudo de prejuicios, estereotipos y diferentes valores entre individuos y grupos; y no podemos obviar el hecho de la alta movilidad de personas y grupos, que a menudo conforman minorías. Asimismo, el nacimiento de las redes sociales ha condicionado definitivamente la forma de relacionarse y de informarse, con sus consiguientes perjuicios.
5. La violencia contra el/la diferente
Es un universal Humano el rechazo al o a la diferente. Lo que no se conoce se rechaza, lo conocido es lo cómodo y lo aceptado. A esto hace referencia el conocido término "zona de confort"; no se trata tanto de la comodidad sino del círculo de valores, opiniones y costumbres en el que nos hemos criado y vivimos, las fronteras de nuestro mundo personal. Las normas sociales conforman una red de obligaciones donde la prioridad es la provisión de bienes materiales para nosotros y los nuestros. El trabajo es la base de este mundo postcapitalista y neoliberal, pero no podemos olvidar que si bien tenemos derecho al mismo, no siempre se alinea con nuestros intereses o capacidades, y no siempre es un trabajo digno o estable que nos permita construir un proyecto de vida. Esta dificultad la viven en mayor medida las personas que forman parte de ciertos colectivos. Todas las personas que viven en el filo de la exclusión, sea por razones socioeconómicas, étnicas, o porque pertenecen en general a colectivos minoritarios, viven con mayor frecuencia situaciones de violencia, incomprensión y exclusión que los demás.
La violencia está presente en muchos lugares, casi diríamos que en la vida cotidiana convivimos con ella: en la familia, en la pareja, en la calle, en el deporte, en los medios de comunicación, en el trabajo, en la escuela, en las disputas religiosas, en la relación entre grupos humanos diferentes, entre países, en los juegos infantiles, etc.
Sería muy difícil explicar las causas, seguramente variadas y complejas de la violencia, pero la mayoría tienen que ver con las pasiones humanas, los miedos, las ambiciones, las envidias, el poder, etc., es decir, todo aquello que es fruto de la fragilidad del ser humano, de sus debilidades, de su incapacidad de dialogar, de ser incapaz de llegar a acuerdos sin la existencia de derrotados, de su imposibilidad de asumir pérdidas, de su obligación de ganar, de ser más que el otro, de su necesidad de poseer sin importar los medios, de no poder aceptar que hay otras verdades, y de una serie innumerable de consecuencias, todas ellas fruto de su inseguridad.
Con el término "diversidad funcional" englobamos a infinidad de individuos con características diversas, pero que de alguna manera dificultan su interacción con las personas en diferentes entornos. En la sociedad actual existe una tendencia a adaptar el entorno y los espacios públicos a las necesidades de las personas con discapacidad, a fin de evitar la exclusión social , pues una discapacidad se percibe como tal, en tanto que la persona es incapaz de interactuar por sí misma con su propio entorno.
Hay una tendencia generalizada a considerar la violencia como producto de la sinrazón. Esta concepción es muy peligrosa e infravalora la presión constrictora de una sociedad de consumo homogeneizada, y la capacida que tenemos todos y todas de ejercer violencia sobre el otro es menospreciada. Las personas con diversidad funcional o enfermedad mental son más vulnerables, o añaden esta vulnerabilidad a otras.